Llega el temido momento de reflexión existente en todos los días de mi vida. Parada frente a un mar de asfalto mirando un horizonte plagado de luces y un cielo sin estrellas.
Tengo miedo a sufrir, o simplemente a pensar porque nunca hay una respuesta única y unilateral.
Siempre dudas, siempre decisiones y siempre erróneas.
Cualquier tiempo pasado fue mejor? Empiezo a creerlo.
Es normal estar triste y no poder parar de reirte¿?
Es lógico no querer ver a nadie pero tampoco querer estar en casa¿?
Tiene sentido la cantidad o sólo la calidad¿?
Entonces he fracasado en todo cuanto he tratado de emprender o simplemente soy demasiado soñadora como para pensar objetivamente¿?
Por qué cuesta tan poco opinar sobre lo que no se conoce o sobre quien no se conoce y resulta tan difícil hacer un juicio propio.
Podré seguir jugando a este juego absurdo y si es así por cuanto tiempo¿?
No me gusta jugar sola.
Pero de sobra sé que el resto de jugadores tienen otras partidas en marcha.
Tristeza.
Supongo que es eso lo que queda cuando miras hacia dentro y solo ves una enorme esfera hueca y negra, silenciosa, insípida.
Capaz de dar pero sin voluntarios a recibir. Capaz de recibir, pero sin volutarios a dar.
Y otra vuelta de tuerca, total qué más dá...
Trazando la vida.
Hace 11 años
